claustro - sobre los rastros

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Sobre los rastros es una instalación multimedial realizada el 4 de mayo de 2025, en el marco de la conmemoración de los 27 años de la toma obrera de la Cervecería Córdoba.

En el barrio de Alberdi, uno de los más antiguos y emblemáticos de la ciudad de Córdoba, se encuentra el edificio de lo que fue la vieja Cervecería Córdoba (1917 - 1998). Durante décadas, fue un motor económico y social para la zona, empleando a cientos de trabajadores y generando una fuerte identidad obrera e industrial en el barrio. Luego de atravesar distintos momentos de crisis, fue declarada en quiebra, por lo que los trabajadores iniciaron una toma que duró 105 días, convirtiéndose en una de las más largas en la historia del movimiento obrero argentino. Tras el desalojo, el predio fue saqueado y vendido a desarrollistas que prometieron construir un complejo habitacional. Sin embargo, solo se edificó una torre y cientos de personas fueron estafadas. En 2010 la chimenea de la fábrica, uno de los símbolos del barrio, fue demolida pese a la oposición de vecinos y agrupaciones sociales.

En la actualidad, parte del espacio ha sido recuperado por el Centro Vecinal Alberdi y la Municipalidad de Córdoba, transformandolo en un espacio publico para el barrio donde suceden múltiples actividades. Además aloja el "Museo de la Cervecería Córdoba" construido en conjunto con vecinxs.

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Pensamos este proyecto como un dispositivo de amplificación de memorias. Nuestra intención fue utilizar el espacio y su potencial de expansión de la información, generar encuentro y reflexión en torno a hechos que sucedieron y consideramos importante recordar. En este caso el lugar elegido fue el Sótano 7 de la fábrica.

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Presentamos una instalación multimedial que reproduce una pieza audiovisual que recopila material de archivo, relatos, e imágenes de vecinos y vecinas. Este relato fue fragmentado en 4 instancias de proyección: un televisor tubo, un láser, parlantes y un proyector que baña de imágenes la pared del fondo del lugar. Intentamos generar capas de información que funcionen como síntesis o disparadores de una historia mucho más amplia. Involucrar a las personas en el enlace de la narrativa.

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El material audiovisual fue construido con fotografías de Adrián Jaime, fragmentos del documental “Huevo, huevo cerveceros” (1998) realizado por Oscar Torres y estudiantes de cine de la UNC, imágenes de archivo de Canal 10 y Canal 12, capturas hechas por gente del barrio con sus celulares. El trabajo de audio es un ensamble de grabaciones de campo, sonidos industriales y el material sonoro original de archivo.

Además, se realizaron entrevistas a Dante Martínez, Jorge Gaiteri y otros extrabajadores cerveceros, cuyo testimonio fue fundamental para dimensionar la sensibilidad en torno a esta fecha y la importancia simbólica y emocional del lugar.

Fue a su vez un aporte Museo Cervecería Córdoba y al centro vecinal, que trabajan para proteger la memoria y los símbolos del barrio.

Durante todo el proceso se procuró respetar el espacio y cuidar la sensibilidad de las personas que nos compartieron parte de su historia. Decidimos presentar el material crudo y casi sin modificaciones, la enunciación completa fue construida a partir de la voz de vecinos y vecinas.

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Memoria descriptiva

El edificio tiene una estructura funcional, es de ladrillo visto, con grandes ventanales metálicos y detalles arquitectónicos heredados de la tradición fabril europea.

La instalación fue montada en el espacio contiguo a la actual sala de museo de la ex fábrica. Ambas habitaciones se conectan por un boquete circular de unos 2 metros de diámetro, realizado en la pared de más de 1 metro de grosor, a fines de extraer el equipamiento y los tanques gigantes de su interior en el momento de cierre. Para entrar había que bajar un escalón de unos 30 cm, por lo que uno quedaba por debajo del nivel del suelo del exterior. Al ingresar podía sentirse un notable descenso de la temperatura, humedad, olor a excremento de paloma y polvo. Daba la sensación de ser un lugar sombrío y fantasmagórico. En todo el espacio había una bruma generada para una máquina de niebla que se encendía cada cierto tiempo.

Una media sombra negra ayudó a aislar al público del exterior, generándose una experiencia más inmersiva y contemplativa. La habitación, de unos 5 metros de ancho y unos 8 de alto, con unos 30 de profundidad, tenía tal oscuridad que no lograba verse el fondo, generándose una “boca de lobo”. Había también una marcada reverberación que potenciaba el audio disparado por los parlantes, así como el sonido que emitían las palomas que ingresaban por un agujero en el techo.

La pared del fondo, parcialmente destruida, fue cuidadosamente mapeada y proyectada para que las imágenes caigan en el muro cuadrado en forma precisa. Al frente cerca del ingreso, la gente podía disponerse parada o sentada en unos bancos para disfrutar de la experiencia. Frente a ellos había un televisor viejo de 14”, como los que se usaban en la época de la toma. Este estaba puesto sobre un pedestal formado por tres cajones de cerveza.

Procurando la utilización de medios coherentes con el material de archivo y de época, todas las imágenes de la toma de 1998 fueron reproducidas en el televisor de tubo. El material propio de 2010 fue reproducido en un proyector. Como símbolo de presente y futuro, un láser ayudó a acentuar algunos momentos. Se buscaba contraponer y destacar el entrecruzamiento de distintos medios para señalar distintas temporalidades que convergen en el presente y a su vez, reflexionar en torno a nuestra relación con los dispositivos y el poder político de las imágenes.

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